Sin duda, los dos juguetes que marcaron mi infancia fueron los
clicks de
Playmobil y el
Scalextric, sobre el que ya os he hablado alguna vez. Este año, estos simpáticos muñecos de plástico de apenas 7 cm están de aniversario, porque se cumplen 40 años de su creación.
Tengo muchos y buenos recuerdos de los
clicks. Me pasaba horas y horas jugando con ellos; solo o con amigos. Tenía un montón de cosas, que ahora os contaré, y todos los años los Reyes Magos me “caían” algo de los
clicks. No fallaba, jeje. También recuerdo la llegada de los
clicks con manos móviles (cuando se pasó de los “
clicks de
Famobil” a los “
clicks de
Playmobil”), lo que provocó que tuviese entre mis filas una verdadera plaga de mancos, jajajaja.
Pero, sin duda, lo que recuerdo con más cariño era ir con mi padre a buscar a mi madre al trabajo y entrar en Las Tres Campanas, la juguetería por antonomasia de Badajoz, para hacer algo de tiempo. Allí siempre me salía con la mía: mi padre me compraba un click individual, y yo me iba tan contento con mi cajita azul, con un pirata, un vaquero o un indio.
Como he comentado antes, tenía de todo un poco del universo de los clicks: el castillo medieval, el mesón medieval, el fuerte del Oeste, la oficina del sheriff, la diligencia, el barco pirata, la patrullera, el jeep safari, la estación safari... Mis preferidos eran los del Oeste y los de la Edad Media. Siempre me quedó la espinita de no tener el tren del Oeste y la estación del tren, que estaban guapis, pero todo no podía ser.
Por desgracia, cuando era adolescente mi madre me obligó a desprenderme de todo por temas de espacio en casa y los regalé. Me da pena no conservarlos, más que nada por si algún día tengo hij@s, jeje.
Y ahora que he sido tito de un niño guapísimo, me ha vuelto la ilusión por los clicks. Estoy deseando que mi sobrino tenga la edad para regalarle clicks y jugar con él, jijiji.
Y es que, siempre he mantenido, queridos lectores, que quien no ha jugado con los clicks no ha tenido infancia.